En los últimos años, los efectos del cambio climático se han manifestado en nuestro territorio y en nuestras vidas con una frecuencia e impacto cada vez mayores. Tormentas violentas, tornados, incendios e inundaciones son algunos de los eventos extremos a los que ya hemos tenido que enfrentarnos y que probablemente volveremos a enfrentar en el futuro.
Pero existe un problema relacionado con todo esto que es difícil de percibir porque permanece oculto: afecta a las aguas subterráneas y se llama cuña salina.
La cuña salina es un fenómeno natural típico de los entornos costeros, que ocurre cuando el agua salada del mar penetra en el acuífero subterráneo del interior, avanzando incluso varios kilómetros y generando graves problemas de abastecimiento hídrico.
La intrusión marina está directamente relacionada con el problema de la sequía que desde hace meses afecta a toda Italia, dejando al descubierto lechos fluviales secos y cursos de agua agotados. Se trata de una sequía que se manifiesta en verano, pero cuyas causas se originan en invierno, debido a temperaturas elevadas, falta de nieve y precipitaciones insuficientes.
Para ofrecer algunos datos: entre diciembre y enero pasados, Italia recibió un 60% menos de nieve y un 80% menos de lluvias respecto a las medias estacionales, con temperaturas 1,7 °C por encima de la media registrada entre 1981 y 2010.
A agravar la situación de los caudales de los ríos contribuyen los usos excesivos para riego, la presencia de extracciones ilegales, las grandes centrales hidroeléctricas alpinas y los embalses de montaña que utilizan el agua con fines turísticos.
Esta situación ha tomado por sorpresa a un país como Italia, que siempre ha disfrutado de una abundante disponibilidad de agua dulce, pero que deberá enfrentarse en el futuro inmediato a nuevos planes de gestión y uso sostenible de los recursos hídricos.
Más en detalle, la cuña salina es un fenómeno que ocurre cuando el caudal del río y la presión de los acuíferos no son capaces de contrarrestar el ingreso de agua salada hacia el interior. El agua dulce, al tener una densidad menor que la salada, tiende a empujarla hacia abajo, generando la típica forma de cuña. De ahí el nombre de cuña salina.
En condiciones normales, la cuña salina se extiende unos pocos kilómetros tierra adentro, con variaciones que dependen de la estacionalidad, las precipitaciones y las mareas. Sin embargo, la grave situación de sequía de este verano ha provocado una intrusión de agua salada de hasta 20-30 kilómetros en el interior en muy poco tiempo, generando una larga serie de problemas.
Años 50-60
Años 60-70
Años 2000
La salinización de los acuíferos ha provocado la interrupción del riego agrícola y ha acelerado el proceso de desecación de las zonas costeras, causando un impacto ambiental que ha comprometido la flora y fauna y, en general, los ecosistemas deltáicos.
A esto se suma la dificultad en el abastecimiento de agua a través de acueductos equipados con plantas potabilizadoras que no están diseñadas para desalinizar agua con concentraciones de sal tan elevadas.
Somos cada vez más conscientes de que el agua es un recurso valioso, limitado y, en ciertos periodos, insuficiente para satisfacer las necesidades de la sociedad. Por ello, deben proponerse soluciones adecuadas para hacer frente a fenómenos como la cuña salina.
Entre las propuestas actualmente en evaluación se encuentran:
- la construcción de una barrera antisalinidad,
- el control de las extracciones,
- el aumento del caudal hídrico desde lagos y embalses hidroeléctricos,
- la creación de microembalses de laminación para los periodos más secos,
- y soluciones de drenaje sostenible en entornos urbanos.
Lamentablemente, como sucede con muchos problemas derivados del cambio climático, mientras las personas no tomen conciencia real de las graves consecuencias a las que podrían enfrentarse, será difícil cambiar sus hábitos de consumo.
Es fundamental comprender que el agua es la base de nuestra vida y debe ser protegida, evitando su explotación irresponsable.